Llevamos unos meses en los que se cuestiona la existencia del Centro Político en España desde distintas columnas de opinión y por parte de algunos portavoces de partidos políticos. Tal vez no sea el mejor momento para el Centro Político, o tal vez se vea tan amenazante en el espectro político la existencia de un partido de centro, que desde los extremos o desde la supuesta centralidad del Centro Derecha y Centro Izquierda, se cuestiona su propia existencia.

El Centro sin apellidos, ese que no tienen que ponerse ninguna vitola, existe, por mucho que no tenga la visibilidad real en estos momentos o por mucho que algunos insistan en su falta de espacio en el contexto político actual.

Algunos se afanan en hacer ver que existe solo la centralidad, es decir esa fuerza que atrae a conservadores y socialistas en España, a izquierdas y derecha más moderadas, hacia posicionamientos de centro. Si el centro no existiera nadie querría ocupar su lugar, por el contrario, los esfuerzos de comunicación de los partidos políticos en España en los que se asentó el bipartidismo no hacen otra cosa que atribuirse la moderación y la centralidad como su gran baza, proponiéndola sin descaro, para frenar a los extremismos que han renacido en nuestro país con fuerza en estos últimos años.

Los esfuerzos en las últimas décadas de ocupar o mejor dicho usurpar el Centro por parte de las izquierdas y derechas moderadas, se pueden observar en la multitud de nombres que han surgido como corrientes o pensamientos políticos en el mundo, que han querido definir esa centralidad de ambos lados. Desde “La Tercera Vía”, como salida a la socialdemocracia, hasta el “Centro Liberal”, donde se camuflan los conservadores, los intentos por usurpar el espacio de centro al propio Centro han sido muchos.

El problema es que como se suele decir “la Cabra tira para el monte”, y en este caso si la Cabra además es hispánica, o pirenaica, como es su nombre científico. Tanto el PP como el PSOE, por mucho que intenten camuflar sus orígenes, sus actitudes y sus pensamientos e idearios, no dejan de ser dos partidos antagonistas en lo económico y lo social, que son incapaces de llegar ni aun mínimo acuerdo de Estado, excepto el del reparto de cromos en la Justicia y otras instituciones, pues su centralidad es tan débil que ni se tocan en ella.

Solo los gravísimos errores estratégicos, de comunicación y organización de Ciudadanos han abierto una brecha en los medios de comunicación y ante sus adversarios para que se llegue a cuestionar la propia existencia del Centro. En un momento político en España, que la irrupción de los extremos, hacen tensar la cuerda de los partidos tradicionales del bipartidismo hacia esos mismos polos, pensando más en evitar la fuga de los más ortodoxos en sus posicionamientos ideológicos que en la centralidad, resulta que el perdedor de esta batalla de los extremos esta siendo el Centro. Que mal lo hemos sabido gestionar.

El Centro existe y más ahora que nunca es necesario precisamente para atraer como un imán a los posicionamientos más moderados de los conservadores y socialistas en nuestro país. No existe excusa posible para abandonar ni un ápice la lucha por el espacio político del centro de aquellos que estamos convencidos de su necesidad, por el bien del país, de ese equilibrio moderado para restar fuerza a los extremos.

Muchos de los culpables de esta situación ya dieron un paso, algunos al de la sensatez quitándose de en medio, otros, los más interesados en su propia persona, el paso lo dieron a la izquierda o a la derecha de nuestros posicionamientos. Los que nos hemos quedado somos todos responsables de reconstruir un nuevo modelo de Centro, que sea capaz de dar amparo a los que defendemos el Centro por encima de la centralidad.

Al Centro Liberal Progresista, no se le deben de caer los anillos, ni avergonzarse de sus apellidos. Es perfectamente válida y compatible, una fuerte defensa del liberalismo como concepto global, sin caer nada más que en sus aspectos liberales económicos, con la defensa del progresismo, como un elemento renovador que aglutine en si mismo los aspectos más de inquietud por lo social. No hay que salirse de este posicionamiento, ni tan siquiera sacando la calculadora de la obtención de votos, como ya se hizo en el pasado, si debemos ser minoritarios seámoslo, ni es necesario para tocar el pelo del poder buscar socios preferentes ante una situación en el que el Socialismo, no es Socialismo ya, sino Sanchismo y el liberalismo económico, que apoyan los conservadores desde el PP, con Casado o Ayuso en su cabeza visible, no es más que una parte del liberalismo más global que entendemos los verdaderamente liberales. 

No es momento de hacer mudanzas, pues de tanto ataque externo y tanto error interno, es más urgente el defender las siglas y los lideres que en España y en Europa, mejor representan nuestro sentir como centristas. El Centro y aquellos que nos consideramos liberales y progresistas, debemos aunar esfuerzos en hacer visible que existimos y en el corto plazo de tiempo la manera de existir es apoyando a Ciudadanos y sus actuales líderes.

El momento de la mudanza llegará, ese en el que tendremos que reconstruir o reafirmar el modelo de representación política que precisa un centro renovador. Basar aquello que tenía que ser un sentimiento, ese de pertenencia al pensamiento liberal progresista, en siglas o hiper liderazgos, por encima del propio posicionamiento del partido y sus bases, ha sido el gran erro de Ciudadanos y en su momento, deberá ser revisado. Si de verdad queremos que el centro exista deberemos de seguir unidos y fuertes para ser capaces de contrarrestar nuestras propias debilidades y las piedras que constantemente nos ponen en el camino. El Centro existe.